Capítulo 4 - Querer hacer


Atravesaron los vidrios del balcón temblando al ritmo de la vibración que la ciudad provoca. Ella se había quedado dormida con los cascos puestos y el disco sonaba una y otra vez. Aprovecharon un riff para llegar a su almohada y tras bailar un rato, botando y jugando entre las plumas, se introdujeron en su oído para salir de nuevo por la nariz, volvieron a entrar esta vez en la boca y escaparon a través del ombligo, serpentearon a los largo de sus piernas y fueron a reunirse en la cima más alta que dibujaba el dedo gordo de uno de sus pies. Habían de decidir qué hacer.

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