Capítulo 2 - Ellos


Las dos descansaban en la cima del iceberg, una se había recostado formando un ovillo de hielo, la otra se mantenía erguida como una aguja diamantina, oteaba el horizonte, disfrutaba de las alegres risas que de vez en cuando estallaban al romper contra su nave las pastosas aguas heladas. Se arqueó hacia su compañera y le dijo:
—¿Recuerdas aquella noche que te acostaste con el cantante de Madness y por la mañana resultó ser Alfredo Landa?
—No recuerdo nada de eso en absoluto— Contestó soltando un soplido.
—Qué bien que nos lo hemos llegado a pasar.
—Y lo que nos queda.
—¿Nos sublimamos?
—¿Crees que podemos llegar a casa sin volvernos líquidas? El centro cada vez está más lejos...
—¡Bah! ¡Venga!
Se despegaron del hielo, empezaron a dar vueltas sobre su eje a gran velocidad hasta ser dos burbujas de nitidez focal agujereando los vapores atmosféricos, y se lanzaron a la carrera abriendo sendos pasillos de rectitud casi imposiblemente perfecta.

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